Tiene las manos rojas por el frío. Levanta la vista y comprueba que todo está en orden: una docena de pantalones y otra de buzos y pulóveres, una decena de remeras y camisas cuelgan frente a la casa de Cecilia Cardozo. Se la ve cansada.
Pasó las últimas tres horas lavando ropa. Y pasa gran parte de su día llevando y trayendo agua en baldes, tachos y tachitos. Para cocinar, para lavar los platos, para bañarse. Para todo.
Como Cecilia, ocho millones y medio de habitantes de nuestro país no cuentan con red de agua potable y más de 21 millones no disponen de desagües cloacales, según un informe del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec).
Sin ir más lejos: las 400 familias del Playón de Chacarita, el asentamiento de ese barrio porteño donde vive Cecilia, sólo cuentan con dos tomas de agua. El estudio le puso números a esta realidad que, literalmente, enferma.
La relación no tiene posibilidad de error: la escasez de agua potable y de saneamiento es la principal causa de enfermedades en el mundo. Para demostrar la profunda iniquidad que determina la distribución de agua en la Argentina, el Cippec elaboró un informe que analiza los servicios de agua corriente y de cloacas.
La inequidad de nuestro país puertas adentro es alarmante: la ciudad de Buenos Aires tiene 8,5 veces más cloacas que Misiones. La brecha entre ambas provincias baja al 1,7 cuando se trata del agua de red.
Sólo diez provincias brindan cobertura de agua de red a más del 90 por ciento de su población y solamente dos (esta ciudad y Tierra del Fuego) cubren ese porcentaje en lo que respecta al servicio de red cloacal.
La investigación estudió la evolución de la provisión de agua de red y cloacas durante el período 1991-2001 y analizó si se correspondió con las necesidades de la población, además de evaluar el impacto, en términos de equidad, eficiencia y cobertura, de las dos estrategias que llevó adelante el Estado: privatización y descentralización.
Los resultados desalientan. "Revelan que la desigualdad en el acceso a los servicios evaluados no parece haber marcado una tendencia pro-equidad en el destino de nuevas inversiones -señala el informe-. Contrariamente, las provincias más empobrecidas y con mayor mortalidad resultaron ser las menos beneficiadas en la extensión de la provisión de estos servicios."
Algo queda claro: "La política privatizadora, que fue más intensa en las jurisdicciones más pobres, no mostró efectos significativos respecto de la provisión de agua de red y muestra una relación inversa entre la presencia de entes privados y la provisión de redes cloacales", agrega el estudio.
"La descentralización de la gestión a nivel municipal parece haber favorecido la inversión en la provisión de agua de red, en tanto que las redes cloacales se incrementaron mayoritariamente en aquellas provincias donde la descentralización fue menor", asegura el análisis del Cippec.
Está demostrado que la provisión de agua segura es una condición que mejora la salud de la población. Es una medida aún más eficiente que las iniciativas médicas. "El mejor sistema de salud del mundo resulta ineficiente sin un buen esquema de agua potable", consideró el director del Programa Salud del Cippec, Daniel Maceira, autor de la investigación junto con Pedro Kremer y Hilary Finucane.
Enfermedades
La falta de agua potable provoca un sinfín de enfermedades que impactan de lleno en los índices de mortalidad infantil: diarrea, intoxicaciones, hepatitis, meningitis virales, leptospirosis y parasitosis, por citar algunas.
Disminuir estos males con agua segura representaría un considerable ahorro de recursos para el sistema de salud. La importancia de resolver esta carencia provocó que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) hiciera de la reducción a la mitad de la población sin agua potable ni saneamiento una de sus Metas del Milenio para 2015.
Cabe recordar que en 1980 comenzó el proceso de descentralización de los servicios y la responsabilidad de Obras Sanitarias de la Nación fue delegada en las provincias, excepto en el caso de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense, que siguieron en manos del organismo.
En los 90 se privatizó el servicio y, más cerca en el tiempo, en algunas jurisdicciones las empresas volvieron al Estado, como el caso de Aguas y Saneamiento de Argentina (AySA), luego de la reestatización de Aguas Argentinas.
Según el estudio, la extensión de la red de agua potable creció apenas el 10% en una década. La cifra es un promedio: mientras La Pampa y Misiones aumentaron la prestación en un 19%; Formosa, La Rioja y Santiago del Estero sólo lo hicieron 5%.
En el caso de la red cloacal, Neuquén y Santa Cruz tuvieron un incremento superior al 20% y otras, como Formosa y Santiago del Estero, apenas 3%.
La necesidad y la inversión, tal como muestra el informe, son totalmente dispares: "A mayores tasas de mortalidad infantil y mortalidad por enfermedades infecciosas, menor fue el incremento en la cobertura de red cloacal", dijo Maceira. "La privatización no se mostró como una respuesta al problema", agregó Kremer, coordinador del Programa de Salud.
La brecha creció en dos direcciones: no sólo es más hetereogénea la comparación entre provincias, sino hacia adentro de las provincias más pobres. "Para terminar con la hipoteca social hay que invertir en mejorar el acceso al agua segura", reconoció Maceira.
Por Cynthia Palacios
De la Redacción de LA NACION
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