Antenas, la contaminación invisible.-


NO A LAS ANTENAS

El Foro Hídrico de Almirante Brown, asistió al cine debate "NO A LAS ANTENAS" convocada por "Mejor Vida Claypole" en el barrio Horizonte de esta localidad de Alte. Brown.

En esta ocasión, los vecinos hemos visto un documental con testimonios de los vecinos del pueblo de Oliveros, un pueblo al que no le parecía mal tener antenas de telefonía celular en su hábitat hasta que después de varios años les sorprendió que empezaran a fallecer algunos vecinos de cáncer y otros se enfermaran extrañamente.
 
Entonces empezaron a preguntarse el porque de lo que les estaba sucediendo y después de varias consultas llegaron a la conclusión que lo único que tenían como sospechoso de contaminación ambiental era " La Antena de Telefonía Celular".
A partir de ese momento iniciaron una  lucha desigual, con firmas, audiencia con el Intendente y el apoyo del pueblo logrando finalmente que estas antenas fueran desmanteladas del pueblo.
Después de un tiempo empezaron a notar mejoría en los enfermos.
 
El Doctor Mario Utin, quien participo de este documental dice; "este tipo de radiación es dañino y atraviesa el organismo, son mas vulnerables los chicos, embarazadas y ancianos".

 
La radiación recibida es un detonante para las enfermedades y van desde cansancio, fatiga, insomnio, abortos, parkinson, alzehiner, etc. afectan las tiroides y provocan leucemia infantil por ejemplo. Cuando las personas tienen estas patologías por contaminación radiactiva concentrada en el cuerpo no son efectivos los tratamientos tradicionales.

 
El vecino Gustavo de Monte Chingolo / Lanus dio su testimonio en el debate: "Tengo un hijo que después de unos meses de nacer se enfermo, entonces  lo llevamos al hospital Gutiérrez y después de varios estudios el medico nos pregunto si teníamos cerca, una fabrica química, basural o antena de telefonía celular"... "Como química ni basural tenemos cerca adjudicamos la causa a la antena a metros de mi casa; el diagnostico de mi bebe fue LEUCEMIA… yo con mis vecinos de Lanus estamos en la lucha y hoy con Ustedes en Claypole".

 
La vecina Maria Ligarrio del barrio Horizonte dice; todo lo dicho y visto en este documental me a sucedido, vivo en la calle Begonia atrás de la antena de la calle Rawson, mi esposo falleció de cáncer de medula en dos meses.

 
Adrián Guiíta 18 años, uno de los integrante de "Mejor Vida Claypole dice; seguiremos con el censo casa por casa, hasta ahora hemos computarizado cinco manzanas donde encontramos vecinos con tumores y/o cáncer pero lo mas curioso, en la cuadra de la antena Rawson, varias familias han perdido a sus padres.

 
Quizás se le escape una sonrisa nerviosa a alguien por allí cuando escuchen estos comentarios, sin embargo, el año que viene vendrán a pedirnos los votos nuevamente y a los familiares de las victimas, para entonces, habrá que recordarles estas actitudes egoístas y corporativas.

 
Los miembros del  Foro Hídrico y de Saneamiento Ambiental de Almirante Brown, creemos firmemente que el beneficio de la duda debe estar del lado de las victimas no de los múltiples intereses económicos sustentados en explicaciones rebuscadas.

 
Foro Brown.

                                
Marisa Martinez- JU.VE.I.CLA.-

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lunes, enero 14, 2008
Antenas, la contaminación invisible
Antena de telefonía celularEl video "Malas Ondas" es un trabajo testimonial realizado por "Mate Amargo Producciones" y contiene testimonios de la intensa lucha llevada adelante por los habitantes de la localidad de Oliveros para erradicar una antena de telefonía celular de la empresa CTI que provocó graves trastornos en la salud de los vecinos que vivían próximos a la misma.

La gente sentía miedo debido a los sucesivos casos de enfermos registrados en el año 1997, de personas asentadas en las cercanías de la antena. Olga, vecina de Oliveros, fue afectada de cáncer presuntamente a causa de las radiaciones electromagnéticas que emitía la antena.

El problema fundamental era que la antena estaba ubicada en la zona céntrica de la ciudad y por ello afectó a una elevada cantidad de personas que se manifestaron juntando alrededor de 800 firmas. Gracias a ello, en un período corto de tiempo, se dictó la ordenanza para clausurar la antena ya que las ondas electromagnéticas que emitía eran nocivas para la salud de cualquier ser humano y podrían dar lugar a todo tipo de enfermedades, desde cáncer hasta mal de parkinson o mal de alzheimer.

"En realidad hasta el día de hoy no tenemos la seguridad de la nocividad de las radiaciones, explicó una la farmacéutica María del Carmen Raspo. (audio Raspo) El Doctor en abogacía Luis Reinoso agregó: "Si hacemos un chequeo de la zona donde estaba instalada la antena y analizamos los casos de lamentables decesos, se trata de personas que vivían alrededor de la misma y además, desde que se sacó la antena los casos de muerte cesaron. Entonces evidentemente el agente contaminante fue la antena".

El pueblo de Oliveros se movilizó y demostró su poder al lograr la clausura de la antena por razones de seguridad y salud pública en el año 2004. En relación a esto los vecinos plantean que fueron numerosos los hechos que colaboraron en el logro de su propósito: la unión de los vecinos, la escucha y la ayuda del presidente comunal, y el vencimiento del contrato con los dueños del predio alquilado por la empresa para instalar la antena.

Con respecto a la movilización, que logró la difusión de los medios y el apoyo de las autoridades, los habitantes de Oliveros demostraron el poder que posee el pueblo cuando se une en pos de un fin en común, lucharon no sólo contra una empresa multinacional, sino también contra el modelo político y económico que rige el mundo: el capitalismo.
Laura Avalos
Taller Ecologista


¿Son realmente peligrosas las ondas electromagnéticas para la salud?


¿Cuáles son los efectos de los campos electromagnéticos sobre las personas?


Los efectos de las ondas electromagnéticas dependen en gran medida de su frecuencia. Los primitivos celulares analógicos trabajaban en la banda de 450 MHz. Los primeros teléfonos GSM trabajaban en la banda de 900 MHz, y en la actualidad se ha habilitado una banda más en 1.800 MHz. La telefonía móvil de tercera generación (UMTS) funcionará inicialmente en la banda de 2.100 MHz.


La profundidad a la que penetran las ondas en el cuerpo humano depende de la frecuencia. Las señales de frecuencia más baja (que se pueden medir en kilohertz) atraviesan el cuerpo humano como si éste fuera transparente, de forma que no hay energía que se disipe en el cuerpo y los efectos de la radiación son casi nulos


A frecuencias más altas, la radiación comienza a ser absorbida por los tejidos, y a la frecuencia de trabajo de los celulares, casi la totalidad de la energía es absorbida en unos pocos centímetros de profundidad a partir de la piel. La energía absorbida se convierte en calor, produciendo el calentamiento de los tejidos expuestos. Cuanta mayor sea la potencia de la señal recibida, tanto mayor será el calentamiento de los tejidos.


Hay que tener en cuenta que los tejidos son extremadamente sensibles a los incrementos de temperatura, y las células comienzan a morir a partir de los 42ºC, y se produce un gran índice de células muertas a partir de los 45ºC. Sin embargo, es conocida la enorme capacidad reguladora del cuerpo humano, y es muy difícil conseguir un calentamiento de los tejidos a estas temperaturas. Si se calienta un cuerpo humano por entero, la sudoración y otros fenómenos fisiológicos se encargarán de mantener la temperatura dentro de los límites tolerables. Si se calienta una zona concreta del cuerpo, el riego sanguíneo funciona como un refrigerante efectivo, que extrae el calor de la zona afectada para disiparlo sobre todo el cuerpo.


En la actualidad, los límites de radiación recomendados por distintos organismos oficiales han sido establecidos teniendo en cuenta únicamente los efectos térmicos de las radiaciones electromagnética.


Sin embargo, hoy en día la controversia está centrada en posibles efectos no térmicos de los campos electromagnéticos. A menudo se considera que dado que la telefonía móvil tiene escasos años de existencia, los efectos médicos de los campos electromagnéticos no han sido estudiados hasta hace poco tiempo.


Esto es falso. La primera aplicación de un campo eléctrico para el tratamiento del cáncer se produjo tan solo cuatro décadas después de que Volta, en el año 1.800, describiera la pila eléctrica.


Quizás sea destacable el hecho de que al contrario de los pioneros de la radioactividad y las radiaciones ionizantes, que vieron su salud y su vida seriamente afectadas por los experimentos, d´Arsonval (1851-1940), Tesla (1856-1943) y otros pioneros de la radiofrecuencia, como Eli Thomson (1853-1937), vivieron todos más de ochenta años. Estos pioneros realizaron muchas experiencias sobre sí mismos en busca de efectos médicos de los campos electromagnéticos.


Desde entonces, han sido muy numerosos los estudios científicos que se han llevado a cabo en busca de efectos no térmicos de los campos electromagnéticos, pero ninguno de ellos ha podido establecer una relación causa-efecto.


En la década de los años cincuenta, se generó alrededor de la utilización de los hornos microondas una polémica bastante similar a la que se ha suscitado en la actualidad con las antenas de telefonía móvil. En realidad, la radiación que existe en el interior de un microondas es muy similar a la generada por las antenas de telefonía celular, salvo que la potencia en el interior del horno es muy superior.


En 1953, Schwan recomendó que se adoptara una radiación de 10mW/cm2 como límite de las dosis electromagnéticas tolerables. Cinco años más tarde, la Unión Soviética promulgó un límite estándar de 10mW/cm2. Pasado algún tiempo, tras revisar todos los datos experimentales sobre animales de que se disponía entonces, varios investigadores norteamericanos llegaron a la conclusión de que eran necesarios más de 100 mW/cm2 para producir algún efecto biológico de relevancia. Sobre esta base, adoptando un factor de seguridad de 10, el United States of America Standards Institute (USASI, ANSI en la actualidad) recomendó un nivel máximo de seguridad de 10mW/cm2.


Llegados a este punto, la polémica se desató, e incluso desde el Gobierno de los Estados Unidos se temió por la posibilidad de que a largo plazo pudiesen aparecer problemas de salud pública que afectaran a millones de ciudadanos. Sin embargo, estos problemas jamás aparecieron y en la actualidad, el horno microondas es aceptado en la mayoría de los hogares como un electrodoméstico más.


En la actualidad, los límites generalmente aceptados para la exposición a los campos electromagnéticos son del orden 900 mW/cm2 para el sistema GSM 1800 y la mitad para el GSM 900.


Estos límites están algo por encima de los límites conservadores impuestos por las autoridades Soviéticas, pero están bien por debajo del umbral recomendado por el ANSI en su día. En 1992 David Reynard disparó la alarma al anunciar en la televisión de Estados Unidos que el uso del teléfono celular había causado el tumor cerebral de su esposa. En 1995 la demanda interpuesta contra las compañías de telefonía móvil fue desestimada por falta de evidencia, pero desde entonces, se han realizado numerosos estudios a lo largo de todo el mundo, con la intención de demostrar o refutar los efectos de los campos electromagnéticos sobre la salud humana. Estos estudios han puesto un mayor énfasis en determinar la relación entre el cáncer y la exposición a las radiaciones electromagnéticas.


Hacer un estudio epidemiológico completo no es una tarea sencilla, cuando lo que se busca no es una relación causa-efecto directa. Al igual que en el caso del tabaco, no hay una relación directa entre el consumo de tabaco y, por ejemplo, el cáncer de pulmón. Existe gente que contrae cáncer de pulmón y no ha fumado jamás, y por el contrario, existen grandes consumidores de tabaco que conservan su salud hasta edades muy avanzadas. Sin embargo, el efecto del tabaco se hace manifiesto cuando se analizan los datos de forma estadística.


Es decir, el efecto del tabaco se puede medir como el incremento de la probabilidad de contraer cáncer de pulmón en la población fumadora, respecto de la que no lo es.


Este tipo de respuestas es el que se ha buscado en los estudios epidemiológicos realizados para analizar los efectos de las radiaciones electromagnéticas.


Diversos estudios han cruzado datos correspondientes a cientos de miles de personas y no se han encontrado ninguna causa de enfermedad que se correlacione con la utilización del teléfono móvil o la residencia en las proximidades de una estación base.


¿Quiere decir esto que no existe una incidencia de los campos electromagnéticos sobre la posibilidad de contraer alguna enfermedad? Para muchos esto es así, pero sin embargo, esto no puede afirmarse de forma categórica.


Probablemente el estudio más serio que se ha realizado hasta la fecha sobre la incidencia de los campos electromagnéticos sobre la salud humana sea el realizado por el Independent Expert Group on Mobile Phones (IEGMP) en Gran Bretaña Este estudio se conoce como el Informe Stewart.


La contaminación se ha convertido en un problema a escala planetaria, con consecuencias graves para el medio ambiente y la salud humana. Por desgracia, en vez de mejorarse en los últimos años, a los contaminantes ya conocidos se ha venido a sumar la contaminación electromagnética, como subproducto del desarrollo tecnológico masivo basado en la electricidad y las comunicaciones.


Cuando nos referimos a contaminación electromagnética o electropolución, hablamos de la contaminación producida por los campos eléctricos y electromagnéticos, como consecuencia de la multiplicidad de aparatos eléctricos. Son radiaciones invisibles al ojo humano pero perfectamente detectable por aparatos de medida específicos.


Dada la proliferación incontrolada de fuentes de contaminación electromagnética a nuestro alrededor, son múltiples los científicos de renombre internacional que han mostrado su interés por el tema, advirtiendo del creciente riesgo a que nos vemos sometidos; en este sentido, apuntan no pocas investigaciones publicadas en prestigiosas revistas científicas.


Los campos electromagnéticos producidos son pequeños, aunque en la cercanía de las antenas emisoras (dependiendo de su potencia y frecuencia) pueden alcanzarse niveles de densidad de potencia y campo eléctrico perjudiciales para la salud. Además, estas radiaciones tienen un gran alcance y están experimentando un crecimiento exponencial, por lo que afectan a un sector cada vez más amplio de la población.


De entre los efectos adversos publicados en estas investigaciones podemos destacar los siguientes: cefaleas, insomnio, alteraciones del comportamiento, depresión, ansiedad, leucemia infantil, cáncer, alzheimer, alergias, abortos, malformaciones congénitas, etc.


Las radiaciones electromagnéticas se dividen en dos grandes categorías dependiendo de su nivel de energía: las radiaciones ionizantes y las no ionizantes. Ejemplos de radiaciones ionizantes serían la radiactividad o los rayos X y técnicamente se define como "las que por su frecuencia son capaces de entregar energía a los átomos de las sustancia como para desprender un electrón y de esta manera crear un ión"


Las radiaciones no ionizantes son las producidas por la corriente eléctrica y telefonía móvil (también llamadas microondas) y son las que no poseen la suficiente energía o sea la capacidad de desprender electrones de los átomos.


Las radiaciones que hasta el momento se reconocen como más perjudiciales son, por un lado, las emitidas por los tendidos eléctricos de alta tensión y sus estaciones transformadoras, y por otro, las derivadas de la telefonía celular, tanto las emitidas por los teléfonos móviles como las procedentes de sus antenas base.


Antenas y Salud Pública


La OMS (Organización Mundial de la Salud), ha implementado desde 1996 un programa de 10 años de estudio de la incidencia de las Radiaciones Electromagnéticas en la salud humana: "The international EMF project" (www.who.int/peh-emf/), con la intervención de más de 40 países miembros y diversas organizaciones científicas.


La Organización dice que: "el uso de tecnologías que aplican el espectro electromagnético han producido inmensos beneficios…, sin embargo, persiste el desconocimiento sobre las consecuencias negativas para la salud en varias zonas de dicho espectro electromagnético, donde no ha habido suficiente investigación. Es más, algunas investigaciones han denotado la posibilidad de la producción de una amplia gama de efectos adversos para la salud, tales como: cáncer, trastornos de conducta, pérdida de memoria, males de Parkinson y de Alzheimer, etc. Si bien no hay pruebas concluyentes, hay suficiente percepción de la existencia del riesgo, de forma tal que resulta de una urgente necesidad implementar un programa que provea el esclarecimiento científico de estas cuestiones".


Sólo unos pocos países quedan con una normativa basada exclusivamente en las consecuencias que producirían los campos electromagnéticos al generar calor (efectos térmicos) en los tejidos vivos (entre ellos Argentina). Si la densidad de potencia emitida por una instalación no resultara suficiente para producir cierto tipo de calentamiento, las autoridades federales de estos países estimarán que no habrá consecuencias significativas o preocupantes.


La mayoría de los países del primer mundo, ha superado dicho concepto considerado obsoleto, incluyendo la consideración de los fenómenos biológicos no térmicos (ruptura de cadenas de ADN, incidencia sobre la fisiología de las neuronas, incidencia sobre ciertos tipos de cáncer, etc), que ocurren con niveles de densidad de energía mucho menores.


El problema de salud en la telefonía móvil puede discriminarse así:


a.- Población en general –usuaria o no- que vive o circula en las proximidades de una "estación base" emisora.


b.- Población usuaria del servicio, que recibe tanto la radiación emitida por las "estaciones base" como las emitidas por el dispositivo portable –teléfono inalámbrico-.


c.- Personal entrenado (ambiente laboral).


Desde el punto de vista normativo, no es cuestionable el derecho que tiene cada persona a tomar un riesgo personal sobre su salud -como en el caso "b"-.


El caso "c" se refiere a una pequeña cantidad de operarios especializados que están entrenados previamente para desarrollar tareas específicas en estos ámbitos (ajuste de los dispositivos de emisión, etc.) y que han sido instruidos –por el riesgo laboral- sobre cómo deben accionar para minimizar los riesgos.


En cambio, en la situación "a", están comprendidas personas que no son ni serán usuarias del servicio, que tienen gran temor –fundamentado o no- por las consecuencias para su salud y la de sus seres queridos al ser irradiados permanentemente. A veces estas personas ven que -sin aviso previo ni consentimiento- en muy pocos días se erige una "instalación base" (emisora fija) a pocos metros de su vivienda, generando una polución que invade permanentemente su propiedad contra su voluntad. A partir de ese momento, la calidad de vida de dicho grupo se deteriora notablemente.


La legislación Australiana impide el levantamiento de emisoras de radiofrecuencia a menos de 500 metros de hogares de ancianos, hospitales y escuelas. Esto apunta a proteger a los sectores de la población más vulnerables ante los efectos adversos concretos que puedan producir las emisiones sobre el organismo, así como ante los efectos adversos sobre su bienestar que pudieran surgir por la zozobra anímica que estas instalaciones motivan en individuos y/o sus allegados por su sola presencia y la sensación de indefensión que provocan.


Investigaciones epidemiológicas


Las investigaciones científicas generalmente son estudios de laboratorio, practicadas sobre animales, que casi siempre son ratas. Otra línea de investigación es la llamada epidemiológica y son los estudios para averiguar la incidencia de una cierta enfermedad sobre la población.


Los primeros efectos biológicos registrados provienen de los casos de cáncer y trastornos neurológicos en operadores de estaciones de radar en la guerra de Corea y operadores de estaciones de alerta temprana en Polonia.


Los primeros trabajos de investigación que daban un alerta sobre las posibles implicancias de la radiación electromagnética no ionizante data de 1982 realizado por el Dr. William Ross Adey "Tissue Interaction with Nonionizing Electromagnetic Fields" y que fue publicado recién en enero de 1991 por "The American Planning Association", en el cual se destaca lo siguiente:


* Pueden Alterar o incrementa la permeabilidad de la barrera sanguínea cerebral
* Incrementar los niveles de aminas en el cerebro
* Disminuir la cuenta de esperma masculino
* Producir efectos Genéticos
* Producir efectos paragenéticos ( efectos causantes de tumores)


En resumen…
La antena instalada cubre una zona determinada, y envía y recibe señales de todos los teléfonos móviles que se desplazan por su zona. Estas ondas no se ven, no se huelen, son invisibles, y se desplazan por el espacio sin necesidad de cable, ni soporte material alguno. Penetran fácilmente en edificios y personas (algo lógico, porque si no, no sería posible la comunicación a distancia). La potencia de estas ondas electromagnéticas va disminuyendo conforme se van alejando de la antena (alrededor de la cual se producen los niveles más altos de emisión).


Como hemos dicho, estas ondas son absorbidas fácilmente por el cuerpo humano, en el que producen unos determinados efectos biológicos. Pero el problema se plantea por la falta de acuerdo de los científicos sobre cuales son los niveles perjudiciales.


Existe acuerdo en que cerca de la antena (en un radio de 3 a 6 metros) los niveles serían demasiado altos y perjudiciales para el ser humano, pudiendo producir efectos térmicos o calentamiento, en exposiciones cortas. Por eso se recomienda vallar las antenas y que el público no pueda acercarse a las mismas. Esto obviamente, podría plantear un problema con las antenas instaladas en las azoteas, ya que los pisos situados inmediatamente debajo, y enfrente, recibirían de forma continuada las emisiones más altas de campos electromagnéticos.


También hay que tener en cuenta, que incluso respetándose estos límites, pueden producirse problemas para las personas que lleven marcapasos: Pueden verse interferidos por las ondas emitidas por la antena, incluso en niveles muy bajos.


Pero el problema se plantea con las exposiciones a largo plazo. ¿Qué sucede cuando una persona vive, duerme, trabaja, juega o estudia, mes tras mes y año tras año, cerca de una antena de telefonía móvil?. Su cuerpo se va a ver expuesto de manera continuada a niveles de emisión mucho más bajos que los que recomiendan las normas de protección (que sólo tienen en cuenta exposiciones cortas, por ejemplo de 6 minutos). No se van a producir quemaduras ni calentamiento, porque no están expuestos a niveles muy altos. Muchos científicos avisan de que se pueden producir otro tipo de efectos no térmicos, derivados de niveles mucho más bajos y de una exposición a largo plazo. Estos efectos, podrían producirse en las personas que pasan largos períodos en un radio de hasta 300 o 500 metros de una antena, (teniendo en cuenta que cuanto más cerca se esté, más alta será la potencia que se está recibiendo).


Es así como muchos países y ciudades: Suiza, Italia, Suecia, los Países del Este (que llevan décadas investigando este tema), ciudades australianas, la ciudad de Toronto (en Canadá), Salzburgo (Austria), han establecido normas que obligan a situar las antenas a 100, 200 e incluso 500 metros de lugares habitados. Las últimas recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) pide el alejamiento de los colegios, hospitales, centros geriátricos, ya que algunos estudios científicos sugieren que niños y ancianos pueden ser los más afectados por una exposición continuada.


Allí, se está aplicando actualmente una política de precaución, ya que algunas investigaciones científicas han establecido que la población expuesta de forma continuada a niveles de radiación similares a los emitidos por las antenas de telefonía móvil podrían experimentar un incremento de: Abortos, daños en el ADN, cambios en la actividad eléctrica del cerebro y en la presión sanguínea, descenso de los niveles de melatonina, depresiones, insomnio, dolores de cabeza, síndrome de fatiga crónica, afección del sistema inmunológico, cáncer, tumores cerebrales y leucemia infantil.


En esta línea, la Unión Europea ha recomendado a los países miembros que adopten políticas de precaución, y que sigan investigando y ha iniciado un proyecto para aclarar los posibles efectos de los campos electromagnéticos derivados de la telefonía móvil, en el que intervienen investigadores y hospitales de 9 países europeos.


Y es que, no existe acuerdo entre los científicos sobre si la exposición residencial a las ondas de una antena de telefonía móvil puede conllevar riesgos para la salud humana. Pero al mismo tiempo, existe un amplio consenso respecto a que no ha sido demostrado que la exposición a estas ondas sea absolutamente segura.


Este desacuerdo se produce porque es complicado realizar este tipo de experimentos en laboratorios, y hace falta por tanto, esperar a los estudios epidemiológicos. En definitiva, y hablando crudamente, hay que esperar a que se empiecen a manifestar los síntomas y enfermedades en la población expuesta. Y esto tardará todavía algunos años, ya que la tecnología de telecomunicación móvil, y la exposición masiva de grupos de ciudadanos a las ondas de sus teléfonos y antenas, es un fenómeno muy reciente.


Cada vez se alzan más voces señalando la falta de ética de esta forma de actuación, y el hecho de que, subordinándose la salud y la seguridad de los ciudadanos a intereses económicos, se haya extendido de una forma tan amplia esta tecnología, sin que todavía se conozca su posible repercusión a largo plazo en la salud humana.


Por este motivo, muchos países y ciudades, están adoptando políticas de precaución, a la espera de los resultados de las investigaciones científicas, procurando mientras tanto, apartar las antenas de telefonía móvil de viviendas, hospitales y escuelas.


Hay también un importante efecto colateral ante la información constante en la prensa y medios de comunicación, sobre posibles efectos perjudiciales de las antenas, manifestaciones de vecinos que se oponen a su instalación, etc.


La mayoría de la gente ni siquiera sabe lo que son los campos electromagnéticos. Pero poco a poco, y cada vez más, empiezan a aparecer noticias en prensa y televisión, y la gente empieza a percibir un peligro en la cercanía de estas instalaciones. Llegará un momento donde, prácticamente será imposible instalar una antena de telefonía móvil sin la oposición y protestas de los vecinos de la zona.


Hay que tener en cuenta, también un claro efecto sobre el valor de la propiedad inmobiliaria, ya que una persona que haya leído este tipo de noticias, lo pensará dos veces antes de comprar una vivienda cercana a una antena. Y es que como señalan los tribunales norteamericanos en temas similares (por ejemplo, "Criscuola v. Power Authority of the State of New York", "San Diego Gas and Electric Co. v. Daley"): "Si el miedo tiene fundamento científico o no, es irrelevante, ya que la cuestión central es el impacto en el valor de mercado. Los efectos adversos para la salud no son el punto en estos casos: El asunto es la completa indemnización al propietario por la pérdida del valor de su propiedad".


"La cuestión no es si la radiación electromagnética es o no peligrosa, sino la percepción pública del peligro que puede tener efectos devaluadores del precio de la propiedad". Dado que la telefonía móvil es un fenómeno relativamente reciente, no existen todavía muchos estudios sobre los efectos en el mercado inmobiliario de la instalación de estas antenas.


Principio precautorio y legislación local
Si bien no existe una base científica concluyente sobre los efectos a largo plazo sobre los efectos de las antenas de telefonía celular, es necesario mientras tanto proteger a la población.


Las antenas de telefonía móvil deberían ser alejadas de las zonas habitadas. Estas antenas producen en la población un efecto equivalente al del fumador pasivo, pero mucho más grave, dado que la antena funciona 24 horas al día, por lo que un ciudadano que vive junto a ella está recibiendo sus radiaciones durante largos periodos de tiempo. Y sin posibilidad de decidir, al contrario que el usuario del teléfono, que sí puede optar por apagarlo.


Los investigadores coinciden en que el interés que muestran las compañías de telefonía en instalar sus antenas en zonas habitadas es económico en mucha mayor medida que técnico.


La Ley nº 25.675 de Política Ambiental Nacional establece una serie de principios bajo los cuales se deberá ejecutar la política ambiental de nuestro país. Entre ellos merece especial consideración, el mencionado principio precautorio que prescribe lo siguiente: "Cuando haya peligro de daño grave o irreversible, la ausencia de información o certeza científica no deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces, en función de los costos, para impedir la degradación del medio ambiente".
Luis Tuninetti
Director Eco Sitio





                Juan B. Vegué
Centro Ciudadano "Nuestros Barrios"


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