Solo para quienes intentamos cambiar el status quo de la depredación sistematica...


Gracias por la difusión y la paciencia de siempre.
Copio en CCO para todos aquellos Funcionarios, Vecinos y Organizaciones que creen en otra Argentina, una Argentina donde realmente reine la democracia, la real voluntad de las mayorías en cada acto de gobierno, la división de poderes por sobre las corporaciones depredadores y por sobre esos patético grupos que dicen defender al trabajador y ciudadano cuando sus lideres son oligarcas millonarios camuflados como antenas de celulares en tanques de agua... 
"Primero la patria, luego el movimiento y por último los hombres" JDP
Gracias Alberto Medina Méndez desde Alte. Brown pcia de Bs. As.. Saludo atte. JBV.-

Ante la impotencia cotidiana, ante la sensación de frustración de muchos, bien vale revisar ideas y entender la dinámica de estos tiempos.
Tal vez sea solo cuestión de decidir hasta donde llegamos y que somos capaces de hacer.
Espero que este artículo sirva para reflexionar y no solo para adherir a él o rechazarlo de plano.
Gracias por la difusión y la paciencia de siempre.
Alberto Medina Méndez desde Corrientes, Argentina
La derrota nunca es definitiva.

 Muchas veces la realidad nos castiga con crueldad, a veces con demasiada potencia y resulta casi inevitable tropezar, bajar los brazos, ser invadido por esa sensación de impotencia ante la incapacidad de modificar el presente.
 
Ellos son especialistas, profesionales del status quo. Saben que para sostener este equilibrio reinante, altamente conveniente a sus intereses precisan que todo siga invariablemente en el mismo lugar. En todo caso ensayan cambiar algo para que nada cambie, simular reformas que no sean demasiado transgresoras, para volver al punto de origen sin más.
 
La ciudadanía, los más entusiastas vecinos, esos que tienen inquietudes y que el poder se ocupa de opacar, amedrentar y someter, caen en desgracia rápidamente de la mano de los anticuerpos del sistema, esos que impiden cualquier intento que vaya en sentido inverso.
 
La desazón es mucha, la bronca también. Los más, caen derrotados y se entregan. Asumen que es poco lo que se puede hacer, que no vale la pena y que es preferible claudicar a seguir luchando sin sentido, para solo acumular tropiezos.
 
Es lo que los poderosos desean que sienta cualquier enemigo del sistema. Recitan participación, dicen promover el fervor ciudadano, convocan a ser parte del futuro, pero en realidad, no quieren que nadie intervenga en sus planes, esos que tienen trazados para transitar un camino lineal.
 
Ellos apuestan fuertemente a esa resignación cívica, aunque no estén dispuestos a reconocerlo en público. Si los ciudadanos realmente pudieran participar y plasmar sus inquietudes claramente, sería un verdadero problema para el poder. Sería inviable en ese escenario, sostener la corrupción, la inacción, la indiferencia. Con un grupo de ciudadanos entusiastas dentro del sistema eso sería imposible. Para poder avanzar en su esquema precisan una ciudadanía derrotada, que habiéndolo intentado haya tomado conciencia de la imposibilidad de torcer el rumbo.
 
Si esos ciudadanos lograran ser protagonistas, ellos, deberían ser transparentes en el gasto, honestos y austeros para administrar recursos, deberían convocar a los mejores y no rodearse de mediocres, premiarían el talento y no el servilismo, gobernarían los mejores y no los aduladores.
 
El riesgo que constituye la participación para el sistema político vigente es elevado. Y ellos lo advierten. Mantener los paradigmas actuales supone, previamente, amedrentar a los atrevidos ciudadanos que consideran tener ideas para modificar el esquema actual.
 
Justamente, por estas razones, la ciudadanía no puede darse el lujo de capitular así nomas. No está permitido renunciar a los lugares que se ocupan, porque esos espacios cedidos, serán asaltados por gente que ellos se ocuparan de colocar no solo en los gobiernos, sino en cualquier lugar de mínima influencia, lo que incluye las organizaciones de la sociedad civil.
 
Es que son expertos y conocen el modo de lograrlo. Entienden que los lugares son para ocuparlos, el poder para ejercerlo, y cada espacio, por pequeño que parezca, es necesario tomarlo, no solo para hacerlo propio sino para que el enemigo, no pueda ganar terreno.
 
De eso se trata, de la conquista del poder, de centralizarlo y concentrarlo, para que la mayoría silenciosa y desorganizada se atemorice y crea ser solo una minoría intrascendente sin chance alguna de cambiar las cosas.
 
Los intentos espasmódicos, los caprichos ciudadanos no alcanzan. Se trata de ser perseverante, profesional, de insistir en ello, de prepararse para resistir la tentación de entregarse, porque ellos juegan con eso, y especulan con el cansancio moral de los luchadores de a pie.
 
Presumen, con certeza, que con un par de fracasos, los más abandonarán y volverán a la comodidad de sus rutinas. Perciben que la mayoría no tiene tolerancia a las derrotas y que ante el primer escollo, no lo intentaran nuevamente para pasar a engrosar las filas de los resignados de siempre.
 
La reserva moral de esta sociedad es escasa, pero también es cierto que es cómoda, abúlica y no toma dimensión del tamaño del adversario, de su inmensa capacidad profesional para enfrentarlo.
 
Ellos tienen paciencia, metodología, recursos ( ajenos ) y sobre todo, un profundo conocimiento de la sociología popular. Comprenden que la tolerancia a la frustración es muy baja en la mayoría de los seres humanos y que una pequeña secuencia de caídas, alcanza para mandar a los ciudadanos a sus casas con la cabeza baja y sin fuerzas para reintentarlo.
 
Las malas experiencias sufridas, resultan suficientes para quitarle las ganas casi a cualquiera. Y ellos lo intuyen. El error central, está en creer que se trata de soplar y hacer botellas, de suponer que esto es un juego de niños y que el adversario se rendirá a nuestros pies, solo porque nosotros creemos tener la razón o porque resulta evidente que son ineptos o deshonestos.
 
No es tan simple la cosa. Se trata de una batalla dura, larga y hay que estar dispuesto a esa pelea. Si el calor del poder torcerá nuestros principios, si la comodidad de lo conocido puede más que el sueño de cambiar nuestro metro cuadrado para nosotros y para no dejarles a nuestros hijos esta herencia patética de una sociedad que se entrega mansamente por incapacidad de dar la batalla, pues este no es nuestro partido.
 
Es cierto que venimos perdiendo la pulseada, y es bueno tomar nota de ello para ser realistas observando la foto del presente. Es posible que el éxito en esta empresa tal vez nunca llegue, pero en todo caso, como bien decía Jorge Luis Borges "la derrota tiene una dignidad que la victoria no conoce".
 
Lo que ellos no registran, ni esperan, ni tienen en cuenta y que nosotros como ciudadanos deberíamos apuntar cuando las fuerzas decaen, es aquello que afirmaba José Saramago, "la derrota tiene algo positivo: nunca es definitiva. En cambio la victoria  tiene algo negativo: jamás es definitiva"
 
 
 
Alberto Medina Méndez
skype: amedinamendez
54 – 03783 - 15602694
 
PUBLICADO EL MIÉRCOLES 4 DE MAYO DE 2011, EN EL DIARIO EPOCA DE CORRIENTES, ARGENTINA


Juan B. Vegué
Y llega el momento en que uno debe tomar una posición que no es ni segura, ni política, ni popular.
Pero uno debe tomarla porque es la correcta.Martin Luther King"

No hay comentarios.:

Publicar un comentario