OLAVARRIA-CIERRAN HORNO INCINERADOR




Los vecinos de Roca Merlo participarán del acto oficial de clausura tras años de reclamos
Adiós definitivo al horno pirolítico
Debieron reclamar por largos años y recién esta semana verán cumplido su sueño. El viernes el Ejecutivo cerrará definitivamente el horno pirolítico en el predio del hospital y los vecinos de Roca Merlo estarán presentes. Luego funcionará en el polo ambiental, al noreste de la ciudad. Y en estos días se anunciará la construcción de un laboratorio que estudiará efluentes gaseosos y contaminación en aire y suelo.
Claudia Rafael
Los vecinos de Roca Merlo están de fiesta. Después de una larga lucha de varios años, el Ejecutivo les anunció que el viernes cerrarán definitivamente el horno pirolítico y concluye de esta manera una larga batalla ambientalista que sostuvieron en soledad y contra viento y marea.
Y aunque muchos todavía no atinen a creerlo, deberán nuevamente acostumbrarse a vivir sin humo, sin hollín, sin olor y sin el miedo de que un cáncer les hipoteque los días.
El cierre implica, por otro lado, que durante uno o dos meses, Olavarría no contará con un horno porque previo al traslado al polo ambiental se lo mandará fuera de la ciudad a reparar. Mientras tanto, se haría un convenio para la eliminación de residuos patogénicos en un laboratorio ajeno a la ciudad.
La confirmación oficial se haría entre hoy y mañana porque además, incluiría el anuncio de construcción de un laboratorio de estudios ambientales que será posible a partir de un préstamo nacional de algo más de un millón de pesos. De esa manera se apunta a terminar de conformar el polo medioambiental cuya estructura está en construcción en el noreste de la ciudad, sobre la avenida Ituzaingó. Ese laboratorio estudiará la contaminación en líquidos y sólidos y se muestra como una gran apuesta en la temática ecológica.
Los vecinos de Roca Merlo serán partícipes activos del acto oficial de clausura del horno y seguramente le aportarán toda la pasión y la alegría de haber podido concretar su sueño. Y esto, que ya no resulta extraño, lo vuelve a ubicar en las antípodas de su padre. Nadie puede olvidar y los vecinos menos que menos, que tanto el horno como la torre de telefonía celular fueron instalados en el predio hospitalario a partir de las gestiones encaradas por Helios Eseverri.
El fallecido intendente se negó permanentemente a atender a los reclamos de la gente del barrio y llegó inclusive a volcar serias acusaciones en su contra. Esto, a pesar de que motorizaron estudios y encuentros con especialistas en la materia. Y, en cambio, prefería tildar la movida como impulsada políticamente por Carlos Gensón, ex detenido-desaparecido.
Sostuvieron como núcleo compacto su reclamo a lo largo de los años aún a pesar de que a diferencia de otros planteos ambientales, como fue el de las marchas contra la importación de basura porteña, se mantuvo siempre restringido a las fronteras del barrio Roca Merlo.
El pico máximo de los reclamos se dio hacia 2006 y casi como una gota que terminaba de rebasar el vaso, el Ejecutivo abrió las puertas a un negocio con la empresa CTI alquilándole una porción del predio en la esquina de Rufino Fal y Alsina para la construcción de la torre de telefonía. Ya para esa fecha, los vecinos estaban cansados de gritar solos y al viento sus denuncias sobre los polvillos y el humo que destilaba el horno. Ponían la salud como la principal de sus preocupaciones aunque con el correr del tiempo hubo quienes también empezaron a plantear que sus viviendas se depreciaban en el mercado inmobiliario. Entonces de alguna manera fue como que la torre telefónica los nutrió de energía para arremeter con las movidas.
Decían que el horno "tira humo negro, los guardapolvos de los chicos quedan manchados, nuestros patios tienen una arenilla". Hablaban de las piletas pelopincho, en el verano, que tenían una sombra en el fondo en que se acumulaba el polvillo.
Uno de los vecinos, Luis Rasmussen, planteó en una de las asambleas que "es un olor amargo, ácido, que no te permite tener las ventanas abiertas" y que "yo tengo dos operaciones de cáncer, soporté una quimio y tengo que vivir frente a un horno que produce cáncer y a una antena de la que tengo grandes dudas".
Fueron pocos quienes les acercaron sus presencias solidarias. En uno de los tantos encuentros el médico Ricardo Fodere dijo lo que todos temían: la antena "no puede ser tan peligrosa como el horno pirolítico". Y explicó que "el horno destruye todos los residuos hospitalarios, entre ellos el PVC, los plásticos médicos, que al ser destruidos producen dioxinas. Para no generarlas no hay otra que prohibir la producción de PVC". Una de las dioxinas "es particularmente cancerígena y eso está absolutamente comprobado".
No hubo puerta que no tocaran. Increparon inclusive al entonces ministro de Salud provincial, licenciado Claudio Mate, en diciembre de 2006: "Queremos pedirle que nos saquen la antena y nos dejen de hacer respirar las dioxinas del horno pirolítico. Nos está matando. Hace quince años que tenemos el horno y lo estamos oliendo todos los días", se plantó María Julia Amoroso.
Este viernes festejarán a lo grande. Por un lado, porque lograron lo que tanto soñaron en concretar. Pero por otro, porque podrán decirle a sus propios hijos que se puede apostar a un sueño y hacerlo realidad. Aunque a veces sientan que tarde demasiado. Y aunque en el fondo intuyan que el horno está siendo retirado 37 días exactos antes de las elecciones.
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Lic. Silvana Buján
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recibido de
Dra. Gladys Enciso

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